Batalla de Trafalgar
Inglaterra, Francia y España han sido, desde tiempos históricos, enemigos acérrimos; grandes colosos de otras épocas que luchaban por extender sus imperios por el continente europeo y ampliar sus territorios coloniales. Durante años, las alianzas establecidas entre ellos se basaban en la beligerancia y el ánimo de derrotar a la tercera parte, a aquélla que en cada momento quedaba fuera de la alianza. Como indica un viejo proverbio “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”, trabajar juntos para así derrotar al enemigo mutuo. Eso fue lo que ocurrió a principios del siglo XIX, cuando Napoleón Bonaparte, deseoso de triunfar sobre Inglaterra, su potencial competidor en su expansión por Europa, decidió aliarse a España. Las rencillas entre ambos países quedaban aparcadas con el fin de aniquilar y arrinconar a un enemigo, el británico, cuyo poderío naval empezaba a hacerse conocido.
Una vez finalizada la Guerra de Sucesión Española, Felipe V cedió de forma oficial a Gran Bretaña y mediante la firma del Tratado de Utrecht (1713), una pequeña península situada en el estrecho de Gibraltar cuya situación estratégica a la entrada del Mediterráneo la ha hecho protagonista de numerosos conflictos entre ambos países. El Peñón de Gibraltar recibió el status de Colonia Británica durante el año 1830, y una de las cláusulas del Tratado de Utrecht fue que España tendría preferencia en caso de que Gran Bretaña decidiese vender o donar el peñón, aunque esta situación de momento no parece posible por su situación estratégica.
Blas de Lezo y la Guerra del Asiento
A partir del descubrimiento de América en 1492 y durante más de tres siglos, la competencia entre España y Gran Bretaña por el control de las colonias y recursos del nuevo continente, así como de las líneas de comercio marítimas, dio lugar a una serie de hostilidades encubiertas entre ambas potencias por la hegemonía comercial. Un buen ejemplo de ello fue la promoción de los corsarios y piratas, que bajo la bendición de sus respectivas coronas, atacaban barcos, ciudades y puertos, en un intento de debilitar por desgaste al enemigo. Y fue en este contexto donde se dio uno de los más importantes episodios militares para España sobre los británicos, el sitio de Cartagena de Indias, que se prolongó desde el 13 de Marzo hasta el 20 de Mayo del año 1741. Este asedio rubricó el final de la llamada “Guerra del asiento” o la “Guerra de la oreja de Jenkins“, que tuvo lugar entre 1739 y 1748.
Perros contra ratas, diversión en la Inglaterra Victoriana
Todas las épocas de la historia contaban con juegos de entretenimiento, algunos más crueles que otros. En la Inglaterra Victoriana hicieron verdadero furor los Pozos de ratas, Rat-Baiting o Rat-Pits. El enfrentamiento que entretenía a la sociedad inglesa de ese momento, consistía en introducir un perro en una fosa repleta de ratas. El único final era que el can aniquilara al mayor número de ratas posibles. No era esta batalla la única que divertía a los ingleses, pues lo cierto es que las peleas de animales en general eran bastante comunes. Aun así, esta fue una de las pocas que sobrevivieron tras el acta contra la crueldad animal, decretada en 1835. El motivo era que las Rat-Baiting, eran consideradas juegos de apuestas. El Reino Unido contaba con un gran número de estos pozos, aunque si había una ciudad asidua a estos enfrentamientos, esa era Londres.
Boudica y la rebelión de los icenos
Boudica, o Boadicea, fue una reina de la tribu britana de los icenos, que habitaba el actual condado de Norfolk, este de Inglaterra, durante la época del reinado del emperador Nerón. Su marido, Prasutagus, rey de los icenos, pertenecía a la nobleza indígena. Dicen de ella que era una mujer grande, muy fornida, con una estatura muy por encima de la media romana. Tenía una voz dura y una mirada realmente enajenada, y un hermoso pelo rojo que le llegaba hasta la cintura. Según Taton Dion Casio y Tácito, Boudica presentaba una inteligencia más grande de la que normalmente tenían las mujeres.El reinado de su marido como líder celta, se caracterizó por dar mucha importancia a la independencia, existiendo numerosos roces entre este y los romanos. Aun así, la trayectoria de Prasutagus no contó con demasiados problemas. Si bien es cierto que algún episodio fue realmente tenso como el vivido con el gobernador de Britania, Publio Ostorio Escápula, que los amenazó con desarmarlos.
El Tratado de Amiens, entre la Segunda y Tercera Coalición
El Tratado de Amiens, firmado en la ciudad de Amiens el 25 de marzo de 1802, fue el tratado mediante el cual se pondría fin a la guerra entre el Reino Unido y Francia, así como sus respectivos aliados.Con un contenido total de unas 22 disposiciones, la firma del tratado contó con la representación del embajador José Bonaparte, por parte de Francia, el embajador español Nicolás de Azara, el ministro Schimmelpennick, de la República Bátava y Lord Cornwallis, por parte de los ingleses. Además, también habría representación por parte de portugueses y turcos para vigilar sus respectivos intereses.Este tratado pretendió poner fin a la Segunda Coalición, esfuerzo coordinado entre varias monarquías para intentar reprimir la Revolución Francesa. Pero lo cierto es que dejó algunas cuestiones importantes sin solucionar, como la hegemonía marítima entre Francia e Inglaterra. Las tensiones no lograron llegar a buen puerto; las monarquías tenían mucho que perder y, por tanto, este tratado tan sólo daría como resultado una tregua breve, de un año.
La Batalla de Inglaterra fue en realidad un compendio de operaciones militares libradas sobre el cielo británico. Unas ofensivas que duraron cuatro meses durante la Segunda Guerra Mundial (de julio a octubre de 1940) y en las que Alemania tenía un único objetivo, destruir la Royal Air Force para poder obtener una evidente superioridad aérea e invadir finalmente las islas británicas.En estos episodios, algunos destacaron por encima de otros. Hoy queremos hablar de una ofensiva en concreto. La ofensiva que lanzaría la Luftwaffe contra Gran Bretaña el 15 de agosto de 1940, conocida como “Día del Águila”.En este episodio, las fuerzas alemanas se resumían en más de 1.000 bombardeos y unos 700 cazas. A pesar de que tras la primera jornada, los nazis perdieron unos 40 aviones, lo cierto es que la RAF se vio seriamente afectada, pendiendo de un hilo la seguridad nacional y siendo más que probable la invasión alemana.
La ciudad de Londres ha tenido que lidiar a lo largo de su historia con diversas catástrofes naturales. Si hace poco comentábamos la gran epidemia que vivió durante 1665, hoy haremos un alto en el camino para comentar la Gran Niebla de 1952, o como se le suele conocer, “Great Smog“.El resultado de la polución ambiental asoló la ciudad tan sólo 5 días en diciembre de ese mismo año; no obstante, las víctimas mortales se estiman en unas 12.000, mientras que hubo otros 100.000 afectados de menos gravedad.Durante ese año, Londres vivió uno de los inviernos más fríos de su historia. Unas temperaturas que descendían considerablemente congelando todo lo que veían a su paso. Ante esta situación, los londinenses sólo podían protegerse de una forma, quemando carbón, queroseno y leña en cantidades industriales. Además las mismas industrias incrementaron la quema de combustibles fósiles durante los meses previos a la Gran Niebla, debido también al descenso de las temperaturas.
La Gran Plaga de Londres
En el año 1665 Londres sufrió una de las plagas más devastadoras de su historia, la Gran Plaga. Si bien es cierto que este brote no fue tan letal como el que ya había asolado a Europa en 1347 (Peste Negra), lo cierto es que ésta acabó con la vida de aproximadamente unas 100.000 personas en Inglaterra. Concretamente en Londres falleció la quinta parte de la población de la ciudad, datos que sin duda alguna justifican esta denominación de Gran Plaga.A pesar de que históricamente dicha plaga se identificó con la peste bubónica, lo cierto es que tampoco existen pruebas lo suficientemente fiables para afirmar esto al cien por cien. Es más, muchos expertos aseguran que no se trataría de ésta, más bien de una fiebre hemorrágica viral. Sea como fuere, el brote puso en jaque a las autoridades del momento, que no sabían como controlar la oleada de muertos e infecciones. En 1665 se empezaron a registrar los primeros casos de muerte a causa de esta plaga, la cual se piensa llegó a través de barcos mercantes venidos desde Holanda.
El Castillo de Caernarfon, símbolo de la victoria inglesa sobre Gales
En la ciudad de Caernarfon, en el País de Gales (Reino Unido), se localiza el castillo erigido por el monarca Eduardo I de Inglaterra como prueba de su victoria en la batalla por lograr que Gales se sometiera a Inglaterra. La fortaleza fue asimismo utilizada para conseguir que esta situación fuese de carácter definitivo. Es por ello por lo que el Castillo de Caernarfon es parte fundamental de un conjunto mayor de fortificaciones que tienen en común el mismo fin. La conquista del Principado por parte de los ingleses tuvo lugar en el siglo XIII, concretamente en el año 1277, y esta serie de construcciones sirvieron también para hacer patente la gran derrota del por entonces Príncipe de Gales, Llywelyn el Último (también conocido como Llywelyn ap Gruffydd). En este sentido, los otros edificios más representativos de este verdadero “anillo de hierro” eran los castillos de Beaumaris, de Conwy y de Harlech, siendo con casi toda probabilidad el de Caernarfon el más emblemático de todos ellos. No obstante, con posterioridad (entre los años 1294 y 1295, el castillo tuvo que soportar un gran asedio por parte de la consecuente sublevación galesa. La fortaleza consiguió mantenerse en pie tras el largo asedio gracias a los suministros que les llegaban a las tropas inglesas por vía marítima; por este mismo medio llegarían también los refuerzos.
Su bandera
Y como no podía ser de otra manera, su bandera se adoptó hace ya mucho tiempo, concretamente en el siglo XVI. Fundamentalmente, esta bandera es una cruz roja sobre fondo blanco, la cruz de San Jorge, patrón del país. Los orígenes de la bandera de Inglaterra siguen siendo un poco confusos hoy en día, pero la teoría más acertada es la que explicamos a continuación:
Esta cruz apareció como un emblema inglés en la Edad Media durante las Cruzadas y servía para representar a los cruzados de este país. Aún así, no sólo los valientes que iban a luchar por la religión eran los únicos representados por esta bandera, sino que también representaba las armas oficiales de la Muy Noble Orden de la Jarretera. Al comienzo de las Cruzadas el Papa decidió que los combatientes ingleses llevasen una cruz blanca sobre fondo rojo mientras que los franceses llevaban la cruz roja sobre fondo blanco (actual bandera inglesa) y los italianos una amarilla sobre fondo blanco. Pero poco a poco los ingleses empezaron a usar la de los franceses y Enrique II de Inglaterra y Felipe II de Francia estuvieron de acuerdo en hacer un cambio de banderas.
Hay otra teoría que indica que la cruz de San Jorge era originariamente la bandera de Génova y que luego fue adoptada por Inglaterra y Londres en 1190 para llevar sus barcos al Mediterráneo y aprovecharse así de la protección de la flota genovense. De hecho, el puerto de Génova era de levantamiento e iba a convertirse, con su rival Venecia, en uno de los más importantes del mundo. Los británicos podían usar esta identificación ya que el monarca inglés había pagado un tributo anual al Doge de Génova.
Hoy en día estamos más acostumbrados a asociar a Inglaterra con la bandera de Reino Unido, la Union Jack, ya que podemos ver esta bandera en muchos eventos deportivos como pueden ser los de cricket o los de rugby y fútbol. También es muy utilizada en los iconos de Internet o en los de la pantalla de televisión donde los marcadores. Pero es obligatorio que en las iglesias que pertenecen a la Iglesia de Inglaterra sea izada sólo la Cruz de San Jorge y no la de la Union Jack.
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